Para los que somos medio poppies, medio folkies, medio rockers y no sé cuántas medio cosas más, es una bendición encontrarse con músicos que parten de la canción de autor y luego van añadiendo al menos esos tres ingredientes que acabo de citar. Claro que también algunos cuya raíz es el folk tradicional, como Fairport Convention o Steeleye Span, nos han regalado de vez en cuando joyitas en las que se mezclaba todo, e incluso otros en los que prima una querencia jazzy como Joni Mitchell lo han hecho también. Luego llegaron figuras como Suzanne Vega, nunca suficientemente valorada, que ha sabido añadir la electrónica e incluso algunos ritmos sincopados, y la historia sigue. No serán muchos ni muy populares, pero eso a nosotros nos da igual.
En 2014 debutó la australiana Julia Jacklin con una primera canción que subió a Bandcamp: por entonces se mantenía con trabajos de subsistencia mientras mejoraba su voz y seguía componiendo. Comenzó a hacerse medianamente conocida dos años después, con dos singles que al menos en su país le dieron la “visibilidad” necesaria para lanzar ese mismo año su primer disco grande; ese disco llegó a ser publicado en la otra Isla, y alguna prensa se fijó en ella. A partir de ahí, poco a poco, ha ido creciendo y sus giras ya la han llevado por medio mundo. A finales del verano pasado publicó el tercero, titulado “Pre pleasure”, donde se incluyen delicias como la de arriba. Como es lógico en ese mundillo, muchas canciones son introspectivas, intimistas, muy “laid back”, que dicen los sajones (aunque sus letras a veces no lo son en absoluto). Pero siempre hay tiempo para dar rienda suelta a “la otra” Julia”, que a veces nos sorprende con su matizada energía y sus líneas melódicas con la potencia emocional del folk de siempre: en esa canción de arriba se nota, y mucho.
Aquí abajo tienen otros dos deliciosos ejemplos de su repertorio. Yo de ustedes seguiría buscando...