lunes, 14 de diciembre de 2020



Aquí mis actuales irlandeses favoritos. Llevan dos discos y están muy marcados por la influencia de la isla grande; pero en fin, tal vez desarrollen su propio estilo. Y además el bajista es medio español, así que habrá que darles un margen de confianza...


9 comentarios:

  1. No sé si será el acento, o el aspecto y la actitud del "frontman", o qué, pero no pueden ocultar su "britishmo" (¿has visto que palabra acabo de inventar?) y su irlandismo (otra!). El caso es que me ha gustado la canción y la energía que despliegan, que hay por ahí unos lánguidos...

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    1. Totalmente. En realidad nunca ha habido grandes diferencias entre los músicos de una u otra isla, salvo tal vez en el terreno del folk. Pero en un momento como este, en el que el cerebro de la orgullosa Britannia es un diagrama plano, deberían ser conscientes de que hay que huir cuanto antes de ese cascarón vacío.

      Muy buenos los neologismos. Tú no serás de Letras, ¿eh? (es broooooma).

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  2. A mí también me ha gustado. Suena fresca, melódica y en más de un aspecto noventera. Y como decís ambos, muy británico. Britishmo... no suena mal.

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    1. Si es que la verde y católica Irlanda no ha conseguido nunca separarse estilísticamente de su hermana mayor, al menos en lo musical (Joyce es otra cosa, pero ya ves: se largó de la isla y los mandó al carajo). En cambio los gallegos seguimos diciendo que somos sus primos. En fin, a los apátridas todas estas disquisiciones nos traen sin cuidado.

      ¿Suenan frescos? Pues eso es lo que cuenta.

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    2. Te decía en el otro comentario que no he leído a Joyce y que me atrae, pero realmente no sé qué me encontraré el día que me dé la venada y lo enganche. Comencé su Ulises de adolescente y lo abandoné tras... ¿un capítulo?, ¿capítulo y medio? Algo así. Recuerdo que me gustaba su estética, y eso mantiene mi interés por leerlo algún día, pero me cansé pronto.

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    3. Pues resulta que estos muchachos son fans de Joyce también, como buenos irlandees. Y citan sobre todo "Dublineses" como su libro preferido. Es que empezar con Joyce atacando el "Ulises" me parece una exageración, y precisamente ese error es el que ha hecho que mucha gente lo abandonase. Joyce es uno de los mejores ejemplos de lo que siempre digo: hay que respetar la cronología para ver la evolución de los artistas.

      En otras palabras: empieza por "Dublineses" (que es una colección de relatos cortos pero con espíritu de unidad), sigue luego con "Retrato del artista adolescente" (para mí una maravilla) y luego ya verás si quieres entrar en "Ulises". Estos son para mí sus tres mejores obras, aunque casi todo lo suyo es bueno (otro asunto es "Finnegans wake", una especie de sindiós para los muy fans. Yo no llego a tanto).

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    4. Ah, que me olvidaba: hay mucha autobiografía en esos tres libros.

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    5. Pues sí, comenzar así por el 'Ulises' fue, pues eso, un poco adolescente. Edité el comentario porque lo leí al día siguiente y me pareció poco explicativo, sin contar que en su día lo había catado y abandonado. Seguiré tu consejo y, sea cuando sea, comenzaré por 'Dublineses'.

      Otra anecdotilla que relaciono con Joyce, aunque él no tenga la culpa, es de uno de los primeros días de la única asignatura de la carrera relacionada con la literatura (iba sobre estética literaria). El profesor era bueno, debo decir por ser justo, aunque también un tanto pedante. Preguntó de sopetón a la clase a ver quiénes se habían leído el 'Ulises'. Solo un compañero levantó la mano. Luego añadió que él lo había leído por primera vez con dieciséis años, y aprovechó para hilar el tema con eso de las obras obligadas, etc, que aunque no careciese de razón (argumentado de otra forma) nos echó un poco para atrás. Lo difícil en la docencia es saber transmitir el interés, y en particular en literatura supongo que es especialmente importante, ya que los que no somos expertos - los simples aficionados - escogemos una lectura por gusto e interés. Aparte, yo andaba por aquel entonces embarcado en mi querido Dostoievski y al comentarle un día mi interés lo despreció con contundencia: 'Dostoievski era un místico'. Además, para Nabokov era muy de segunda fila, así que no entraba en su canon, no era un 'obligado'. Punto. En lugar de incentivar las motivaciones del alumno, o argumentar en base a criterios un poco más flexibles, marcaba tajantemente una línea divisoria. Pero claro, él no era Nabokov...

      Todo esto lo recuerdo con bastante gracia, porque como decía, por fortuna sabíamos separar el grano de la paja: hay malos docentes de los que se puede aprender mucho, y éste, aunque haya contado aquí la parte ridícula, podía ser también muy lúcido. Sobra decir que a pesar de todo este rollo que te he soltado, no perdí ese interés por meterme algún día con Joyce y su mundo irlandés. Lo dicho: seguiré tu consejo.

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  3. Bueno, lo de los criterios personales es exactamente eso, personal. No soy yo el más indicado para hablar sobre literatura del XIX porque ni tengo la formación suficiente ni es lo mío, pero hasta Nabokov tiene sus manías. Y si Dostoievsky era un "místico" supongo que lo mismo podrá decirse de Tolstoi y en general de la mayoría de los escritores rusos, porque seguramente es algo que va mucho con el carácter de ese pueblo. Pero la mejor prueba de que luego cada uno interpreta la escritura según su naturaleza es que tanto Nabokov como Joyce y como Proust, por decir tres grandes, son muy aficionados a la literatura decimonónica (para mí Proust es precisamente la culminación de esa literatura pero ya traída al siglo XX) y sin embargo no se parecen en nada.

    En fin, cada uno con sus cadaunadas. Por cierto, que eso de leer "Ulises" con dieciséis años puede quedar muy bien para epatar, pero salvo que se sea un superdotado no sirve de nada: yo lo leí por primera vez con veinte, en la mili, aprovechando la cantidad de horas muertas que tenía, y me enteré a medias. Te recomiendo fervientemente el "Retrato del artista adolescente", que además de ser en la práctica una autobiografía de Joyce en sus años mozos, contiene pasajes muy reveladores sobre la religión (desde el punto de vista de un jesuita desengañado) o la patria (los orígenes del Sinn Féin, esa agradable reunión de amigos en la que entras alegremente entre risas y abrazos; y si un día comienzas a dudar y decides irte, al darte la vuelta habrá una pistola apuntándote. Como la mafia, como ETA, como el IRA. El patriotismo solo es un camino de ida).

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